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El legado de Miquel Jaume (III): La Fundació Palma Futsal

 

El gran sueño de Miquel Jaume, una vez consolidado el Palma Futsal, era tratar de ayudar al deporte minoritario de Baleares para que pudieran crecer y competir sin los problemas que tuvo que superar el Palma Futsal en su camino a lo que es hoy en día. La experiencia y la fórmula del éxito, sobre todo, con toda la labor social la quería poner al servicio del deporte balear y para ello creó una fundación que desde finales del año pasado lleva su nombre: Fundació Miquel Jaume – Palma Futsal. Es una institución que nació con el reto de crear programas de ayudas para clubes y deportistas y para poner en marcha iniciativas sociales a través del deporte para ayudar a los colectivos sociales más necesitados. El deporte como vehículo de integración y sociabilidad. Una fundación que nació en plena pandemia y para paliar los problemas derivados de la crisis económica y que también afecta al deporte. En un año y medio de vida, la fundación ya ayuda a 1.700 deportistas de clubes y federaciones de Baleares de siete deportes diferentes, al margen del fútbol sala. Waterpolo Mallorca, Club Natació Palma, Club Voley CIDE, Handbol Marratxí, Club Deportivo Discasports, Club Conectabalear Triatló y la Federación de Atletismo de Baleares son los clubes e instituciones que se benefician directamente del programa de ayudas, que crece cada año con la incorporación de nuevas entidades. 

“Su máxima ilusión era fomentar la cantera y el deporte minoritario, era su prioridad desde que empezó en el deporte y crear una fundación era la culminación de su obra. Quería una fundación efectiva, que trabajase con la gente joven y con la gente que necesitaba apoyo. Tenía esa idea y siempre la compartimos hasta que se hizo realidad. Miquel siempre tuvo ese vínvulo con la cantera, con la gente joven y quería culminar su obra con esa apuesta para ayudar al deporte minoritario porque él sabía las ayudas que se necesitan y los problemas que hay para llegar a competir porque él ha vivido todos esos problemas a lo largo de su vida» apunta Tomeu Quetglas. Era su gran apuesta y en la que quería invertir el resto de su vida pero el destino quiso que apenas pudiera poner en marcha la fundación. “Estoy muy contenta de ver que su dedicación que tuvo hacia el fútbol sala y el deporte sirvió para crear un proyecto con visión de futuro. Cuando dedicas tanto tiempo a una cosa dejas de dedicarlo a otras que también son importantes y ver que se consiguen unos objetivos que parecían imposibles te hace sentir orgulloso. Mi padre era un visionario, un optimista y sabía la capacidad de esfuerzo que había que tener para lograr lo que se ha conseguido» apostilla su hija. 

El padre de una gran familia deportiva 

“Era como un padre que nos quería y cuidaba a los suyos como hijos, como su familia y siempre intentaba solucionar todos tus problemas” asegura Barrón, que recuerda al dirigente como “un trabajador nato, ambicioso como nadie y a todos nos intentaba inculcar esos valores”. Es la definición que define al personaje. Cuando de uno hablan bien es que ha hecho las cosas muy bien y eso no es fácil conseguirlo en el deporte como lo ha logrado Miquel Jaume. “No me hago la idea que una persona tan importante en mi carrera ya no esté. Yo le tengo un cariño especial porque siempre me ayudó, siempre estuvo conmigo, a mi lado y las personas que te ayudan en la vida las echas de menos» recuerda Miquelín, mientras que Javier Lozano habla de que “para mí se me fue un hermano porque hablábamos mucho. Era el que siempre me daba calma, me tranquilizaba. Era un consejero que siempre acertaba con sus palabras”. Si alguien tuvo complicidad con el dirigente balear fue José Tirado, que se convirtió en su mano derecha y en quién depositó toda su confianza para que moldeara su obra y que le recuerda como “un líder silencioso, que sin querer tener una presencia diaria ha sido un líder, respetado por todos y que nos enseñó mucho. Y, sobre todo, en los momentos malos era el primero en coger la bandera, afrontar los problemas y en ilusionarnos a todos para convertir el sueño en una realidad”. Por su parte, Antonio Vadillo define a Miquel Jaume como “una persona muy coherente y que siempre tenía las palabras adecuadas para el momento adecuado. Tenía la capacidad para mover el agua y tranquilizarla cuando lo requería la situación y eso es lo que me impresionó cuando le conocí hace más de veinte años. Él me facilitó que pudiera trabajar en mi primer año y recuerdo que incluso me dijo que iba a invertir en una empresa en la que yo trabajaba para que estuviera más cómodo y eso dice mucho de lo que nos cuidaba a todos”. 

Un año después del fallecimiento de Miquel Jaume, el proyecto sigue sólido y creciendo. Su obra sirve de referencia. Como dice el propio Vadillo, “de lo más orgulloso que puede estar Miguel es que un año después el proyecto sigue compitiendo a todos los niveles cuando muchos se pensaban que se acabaría. Y esto tiene mucho mérito».